viernes, 29 de mayo de 2015

Sencillamente la cuenta no da / JRP


Abrir la puerta del congelador de mi refrigerador Haier y verlo más vacío que una cama sin enamorados, volver la vista hacia el viandero y verlo de igual manera me llevó este sábado a recorrer los mercados de mi ciudad en busca de alguna vianda con la cual acompañar el arroz y el ¿plato fuerte?
En el mercado Mambí, nada, en el de la calle Mártires solo guineos (platanitos) verdes en Los Chinos, nada de vianda, pero lo peor de todo es que en cada cuadra al igual que un comité está un carretillero, carretonero, o para decirlo como los llama la voz del pueblo “revendedores autorizados”, por supuesto, ellos si tienen de todo lo que sujétese el bolsillo con los precios.
Y es aquí donde quería llegar precisamente. Cuando usted ve más allá de donde la vista alcanza, se da cuenta que el gobierno en alguna medida satisface las mínimas demandas de la población pero esa mínima propuesta siempre o casi siempre va a parar a la mano revendedora. Es por ello que cuando vamos a los mercados no encontramos nada, y como la película, la vida sigue igual, la comida, imprescindible para vivir, dándonos más dolores de cabeza que un catarro y exprimiéndonos el bolsillo hasta hacernos sangrar.
Y la reflexión viene a la dolida cabeza como un martillazo… trabajo como un mulo el mes entero, cobro mi salario que no es para nada bajito, casi siempre más de 800 pesos y a mediados de mes a pedir prestado para pagar la corriente y el teléfono porque la bendita comida desapareció por arte de magia los últimos centavos que quedaban de mi alto salario en CUP.
Y sigo reflexionando o mejor dicho cuestionando… y pienso que soy el único en esta situación y le pregunto a algún colega y está igual o peor que yo, hablo con un vecino y está peor, miro a la viejita de al lado de la casa, que la pobre trabajó durante toda su vida y hoy vive de la pensión, traduzca esta palabra en 200 pesos…y no hay quien le hable mal de su Revolución pero cuestiona que el revendedor siga impune.
El estado cubano garantiza una vez al mes un poquito de arroz, frijoles, azúcar, aceite, huevos, picadillo, jamonada…etc, esto no da ni para una semana más se agradece pero cuestiono que el revendedor siga gritando en mi cuadra todo lo que mi mesa necesita y que las autoridades correspondientes no hagan nada para frenar esta situación que ya roza al límite y que de tanto verla ya es tan común como la más legal de las acciones, pero la otra pregunta es más incómoda aún, ¿arremeter contra el revendedor que me roba mi salario día tras día será la solución?
Porque yendo más allá del indispensable plato de comida… vas a la cola de Cubana de Aviación a comprar un pasaje y tienes que pagarle por lo menos 50 pesos a los que todos los días son los dueños de por lo menos los primeros 20 turnos. Vas al dentista y es lo mismo, vas a una notaría o al al registro civil y te encuentras la misma situación.
Etecsa saca una oferta y ahí están las manos revendedoras como moscas alrededor de un kake, sacan algún producto de alta demanda en las tiendas en divisa y al momento se acaba y puedes confiar que enseguida te lo están proponiendo frente a la misma tienda a tres, cuatro o cinco veces por encima de su precio…
Vas a comprar cigarros en CUC y no los encuentras, tienes que ir a buscarlos a la Candonga del Hospital Lenin o a los paladares y allí sí que no faltan…ahora… sujétate con el precio… Lo mismo pasa con los cigarros criollos, los sacan y no duran en el establecimiento 10 minutos, la mano revendedora los desaparece por arte de magia. Ni hablar de los refrescos enlatados de 10 pesos y de las cervezas, el cuartico igualito.
Y entonces, aquí llega mi última reflexión… hay que admitir que el estado lo garantiza casi todo, pero algunas de sus entidades en cierta medida permiten que la mano revendedora siga desangrando al trabajador honrado cuando su objeto social es precisamente no dar cabida al aprovechado.
Para ser sincero, no entiendo mucho de economía, ni siquiera como periodista atiendo esta compleja especialidad, pero no hay que ser economista para darse cuenta que como dicen “los viejos”, la lista no juega con el billete.
Yo no sé si será la solución pero sería atinado diseñar estrategias para que el revendedor no tenga cabida o al menos no goce del protagonismo que se le ha permitido y del que vive a costa de mi salario bajo o alto, pero es el que me gano trabajando el mes entero, sueño con que algún día me dé para comer y al menos poder satisfacer las necesidades mínimas que me permitan vivir decorosamente en esta ciudad de magos que lo desaparecen todo, quienes están viviendo de lo que el gobierno le ofrece al pueblo, poco o mucho, caro o barato pero lo provee.
Reconozco que siempre fui mejor en las letras que en los números por eso quizás me hice periodista, pero no necesito ser matemático o haber ido cinco años a la Universidad para darme cuenta que por más que el estado se esfuerce si sus propias entidades no hacen lo que les toca sencillamente como dice la canción, “la cuenta no da” ni va a dar… perdonen el escepticismo pero la solución la veo muy muy muy lejana y es una verdadera lástima porque los cubanos somos muy trabajadores y emprendedores pero para ser francos... con estos truenos no hay quien duerma.

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